El destino que alguna vez representó el lujo del Caribe mexicano atraviesa una de sus etapas más críticas. La ocupación hotelera apenas alcanza el 49 %, mientras los vuelos nacionales e internacionales han disminuido de forma constante.
Se estima que en la última semana de septiembre pasado, se registraron 24 vuelos internacionales y 38 nacionales al aeropuerto de Tulum. A pesar de la caída en la afluencia, los precios se mantienen elevados: en plataformas de renta vacacional, una noche cuesta en promedio 185 dólares, 26% más que Cancún, aproximadamente.
Se estima que en la última semana de septiembre pasado, se registraron 24 vuelos internacionales y 38 nacionales al aeropuerto de Tulum. A pesar de la caída en la afluencia, los precios se mantienen elevados: en plataformas de renta vacacional, una noche cuesta en promedio 185 dólares, 26% más que Cancún, aproximadamente.
A la sobreoferta de alojamientos se suma la inseguridad, que ha deteriorado la imagen del municipio. En agosto, Tulum fue considerado el más violento de Quintana Roo, con una tasa de 529 delitos por cada 100 mil habitantes, de acuerdo con el Observatorio Nacional Ciudadano.
El sargazo también ha impactado severamente las playas; entre abril y octubre se recolectaron más de 84 mil toneladas, afectando el paisaje y generando costos extra para los hoteles.
El turismo nacional, que solía mantener viva la economía local, ha disminuido notablemente. Muchos visitantes optan por destinos más accesibles y con mayor seguridad.
Autoridades y empresarios buscan revertir la tendencia mediante campañas de promoción y apertura libre de playas, pero especialistas advierten que el desafío será redefinir el modelo turístico, menos elitista, más sostenible y capaz de recuperar la confianza de quienes alguna vez consideraron a Tulum el paraíso mexicano.