Mucho se ha hablado del censo que el gobierno encabeza casa por casa para identificar las necesidades inmediatas de las familias afectadas por las lluvias, mediante el cual se determinarán daños a las viviendas, las pérdidas que tuvieron y los apoyos que cada una necesita. Eso es fundamental, y ya se ha informado que hay 6 mil campamentos de trabajo instalados para este fin, y que se ha levantado el censo en más de 13 mil viviendas hasta ahora. También el programa moviliza 3 mil servidores de la nación para el levantamiento del censo en cinco estados.
A pesar de ser una parte fundamental de la respuesta a la crisis, es sólo una parte. El gobierno ha hablado mucho menos del “censo” que debe hacerse de reconstrucción. Prescindiendo de redes eléctricas afectadas, tramos de carreteras cortadas y puentes dañados, poco se ha dicho de las necesidades de infraestructura y reconstrucción. Es urgente conocer qué obras hay que reparar, incluyendo drenajes, muros de contención, sistemas hidráulicos colapsados o en riesgo. También será fundamental determinar qué obras nuevas se necesitan para evitar que un evento de este tipo tenga las devastadoras consecuencias que estamos viendo.
Aunque la presidenta considere que es “ruin” examinar el desempeño de los gobernantes durante una tragedia, es indispensable dar seguimiento a las labores de respuesta, incluidas las de infraestructura. La resiliencia ante las inclemencias de la naturaleza se construye con obras bien diseñadas, resistentes a fenómenos climatológicos y con estándares técnicos. El gobierno tendrá que llevar a cabo estas obras con transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana.
Una revisión exhaustiva de las necesidades de infraestructura y un plan para satisfacerlas es una condición necesaria para prevenir tragedias en el futuro.