A pocos días de que venza la prórroga el 31 de octubre para evitar que Estados Unidos eleve del 25% al 30% el arancel a productos mexicanos fuera del T‑MEC, México se encuentra en una encrucijada comercial.
El Secretario de Economía, Marcelo Ebrard, señaló que las negociaciones con Estados Unidos están cerca del 90 % de avance. Sin embargo, el plazo corre, y millones de empleos, exportaciones y cadenas de valor dependen de acuerdos que aún no se concretan.
En las negociaciones comerciales anteriores, Estados Unidos ha hecho exigencias que sobrepasan el ámbito del comercio y ha exigido modificaciones en las políticas de seguridad y migratoria de México. No sería extraño que el gobierno de Claudia Sheinbaum haga nuevos anuncios que puedan tranquilizar a la administración Trump. En ese sentido pueden leerse, por ejemplo, los anuncios recientes del Secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, de combate al fentanilo y al huachicol fiscal.
Los nuevos impuestos de México a productos chinos también tienen la negociación con Estados Unidos como telón de fondo.
La negociación más sensible en estos días gira en torno al acero y el aluminio. Ambos materiales son pilares de la relación comercial, pues sustentan industrias clave como la automotriz, la construcción y la fabricación de maquinaria. Según las declaraciones de Ebrard, es precisamente en este ámbito donde se han atorado las conversaciones.
La prórroga vence, con lo que pronto veremos el resultado de otra de las batallas clave que México ha tenido que librar durante el segundo mandato de Trump. De alguna manera, también es el preludio de un reto aún mayor, la revisión del Tratado México-Estados Unidos-Canadá, el T-MEC, programada para mediados del próximo año.