La Champions League refleja hoy un contraste interesante entre México y Estados Unidos. Mientras los mexicanos han dejado huella con figuras históricas como Hugo Sánchez, Rafael Márquez, Javier “Chicharito” Hernández o Santiago Giménez, los estadounidenses parecen estar ganando terreno en protagonismo reciente.
El ejemplo más sonado es Timothy Weah, quien silenció al Santiago Bernabéu con un gol para el Olympique de Marsella en este arranque de temporada. Más allá del tanto, la escena simboliza el ascenso de una generación que no solo participa, sino que brilla en clubes europeos de peso. Destacan también otros jugadores estadounidenses con minutos constantes en fases decisivas, titulares en equipos de renombre y con creciente impacto mediático.
Por el lado mexicano, la historia ha sido de altibajos: momentos icónicos, goles memorables y campeones que marcaron época, pero sin la misma constancia en el escaparate europeo que muestran hoy los estadounidenses. Aunque más de veinte mexicanos han jugado al menos la fase de grupos en años recientes, la diferencia parece estar en la visibilidad: menos apariciones en clubes top y menos instancias decisivas protagonizadas.
No se trata de talento —México sigue produciendo futbolistas de calidad— sino de exposición y continuidad. Hoy, la narrativa favorece a Estados Unidos, que aprovecha cada oportunidad en Champions para cimentar un perfil ascendente. La gran incógnita es si esta tendencia marcará una nueva era o si México volverá a equilibrar la balanza con una camada capaz de recuperar protagonismo en la élite.