DESTACADO
Agencia Reforma
Sobre el informe y sus cifras, los invitados y su asignación de filas, las fotografías y sus símbolos, se ha escrito mucho. Todo es importante, lo que cambia es la jerarquía y fondo que cada pluma o voz le dé a cada cosa.
Habrá análisis y debates con todo tipo de crítica y ausencia de esta. Palabras irreflexivas y viscerales, sin matices, tanto a favor como en contra. También planteamientos articulados y puntuales, con menos sesgos y ánimo constructivo.
La 4T tiene un gran defecto: el pensamiento binario. Rígida y soberbia en su concepción del debate público, concibe como adversario o enemigo a quien no piensa igual, batalla para aceptar que puede haber otras premisas o caminos igual de válidos que los suyos.
La oposición política actual es su espejo, pero sin poder. Esto genera polarización y animadversión. Hay demasiado ruido, que nos desenfoca y nos impide ver lo importante, lo determinante.
Desde 2018, pero más desde 2024, es mucho lo que está pasando en México y muy rápido. Es profundo y en gran medida irreversible. Estamos ante un escenario incierto, inédito y no sabemos qué pasará en los próximos años. En ese contexto se puede leer el primer año de Claudia Sheinbaum como presidenta.
Vivimos en un país de interpretaciones. En esencia de dos tipos: los que creen que, más allá de los cambios radicales de Morena y lo cuestionable de sus formas e implementación, el país se enfila eventualmente a ser mejor que antes. Por otro lado, están los que creen que este país se deteriora a pasos agigantados en todos los rubros de la vida pública y se encamina a ser peor.
Se puede decir que el México adulto se debate entre ambas interpretaciones. No así el México que vota, que en las últimas elecciones ha dejado clara su interpretación.
Distan mucho de sí el México mediático, el de la opinión y el análisis, y el México electoral. Conviene recordarlo en cualquier interpretación. Todo lo demás es sensibilidad, política y circunstancias.
